El bienestar animal está en alta, pero pocas veces adoptado con una medida concreta y a un programa de certificación de alimentos
A juzgar por las noticias, el bienestar animal está de moda. Casi todas las semanas aparece alguna empresa de alimentos anunciando un compromiso de velar por la calidad de vida del ganado de carne, de las vacas lecheras, pollos de engorde o las gallinas ponedoras. Sin embargo, pocas veces estos anuncios están asociados a un programa de certificación de alimentos.
Esa medida concreta de certificación de alimentos es para demostrar que el compromiso es serio y mostrarlo públicamente. Veamos más atentamente qué está ocurriendo en el mercado. La ola en favor del bienestar animal está cubriendo prácticamente todo el sector alimenticio, desde productores de huevos a lácteos, pasando por procesadoras hasta llegar a restaurantes, cafeterías y cafeterías.
Existen empresas de todos los tamaños: grandes multinacionales, industrias tradicionales y pequeñas empresas familiares. Sin duda, esas empresas están respondiendo a las presiones del consumidor. Por ello, el mundo parece despertar ante la necesidad de tratar bien a los animales de producción, o al menos a exigir a los proveedores que lo hagan. Parece bien, ¿no?
La certificación de alimentos asegura a los consumidores que el compromiso con el bienestar animal tiene valor.
Desde cierto punto de vista, sí. Sería peor que nadie prestara atención al asunto. El problema con las modas, es que pasan. ¿Si ello ocurriera con el bienestar animal, los compromisos serán olvidados? Ese es el riesgo de un momento como este. Y es probable que pasará si no existiesen entre las empresas y el público, organizaciones independientes como el Instituto Certified Humane, que asuman la responsabilidad de asegurar que las buenas prácticas en la producción animal están siendo respetadas. Como dice el dicho popular, ‘Es más fácil hablar que hacer, y de buenas intenciones está lleno el infierno.
Debemos reconocer que en buena parte de los casos falta transparencia en los compromisos adquiridos por las empresas. De manera general, se establece un plazo de transición, como excluir de la lista a proveedores que alojan gallinas en jaulas o que no cuidan adecuadamente a las cerdas reproductoras. Es necesario que alguien certifique que el avance gradual está realmente sucediendo a lo largo del plazo. Ese es justamente el papel de una entidad como Instituto Certified Humane.
Las normas de certificación de alimentos permiten que las empresas obtengan el sello Certified Humane, una garantía de que el bienestar animal está siendo respetado, para cada una de sus operaciones. Por ejemplo, un productor de huevo puede certificar una granja a la vez (sólo la unidad certificada tendrá derecho a usar el sello en sus productos). Se permite que un restaurante o cafeterías obtengan el sello sólo para un platillo determinado que use exclusivamente ese ingrediente certificado. Paso a paso, vamos avanzando.
Es importante que esa validación independiente se realice. De lo contrario, las empresas que hagan bien las cosas perderán la oportunidad de comunicarlo correcta y transparentemente al público. Aquella empresa cuyo compromiso fuera sólo de los dientes para fuera estarán solamente enganchando al consumidor, y ‘ostentando’ ante el consumidor: es sólo un buen discurso, pero sin ninguna acción práctica.
Son realmente las empresas interesadas en el bienestar animal, las que cuidarán la manera de asegurarle al mercado que su compromiso con el bienestar animal es serio – el sello Certified Humane es una excelente alternativa para ello. Los consumidores también tienen un rol importante: deben exigir pruebas concretas siempre que una empresa se pronuncie en favor de la calidad de vida de los animales.
Publicado em 26 abril de 2018